
| *Horror: Javi es de carne y hueso, como nosotros*
| *Carlos M. Reymundo Roberts*
Lo más inquietante del criptogate es que ha quedado en duda la infalibilidad del sumo pontífice, Javi Milei. Hasta aquí venía invicto. Ganaba elecciones, era suceso global por sus éxitos económicos y se hizo Rey León en la selva de las redes. El primer traspié feíto ocurrió en Davos, en enero, cuando Agustín Laje le escribió disparates que Javi leyó muy suelto de cuerpo ante los dueños del mundo. Ahora, en el megacurro, el disparate lo escribió él. No podríamos decir, con Osvaldo Príncipi, que “madura el nocaut”. Ni mucho menos. Pero anda a los tumbos. Trastabilló con la cultura woke y se dio de bruces con la cultura token. No aprende: ¡hay que huir de los K!
Imposible negar que sus amigos estamos preocupados. Como que cambió el viento. A mí, las referencias climatológicas siempre me dan indicios. Pasamos de las fiestorras tropicales con Trump en Mar-a-Lago a cacarearse de frío con Georgieva en Washington, anteayer. Donald es la espuma de la vida, y Kristalina, bueno, es Kris, está todo dicho. No quiero ser cruel, pero el Pelu bajó del auto con 2° bajo cero y cuando empezaba a aclimatarse dentro del edificio del FMI tuvo que sentarse a hablar con esta mujer: no hay termómetro que aguante eso. Para peor, Kris venía de ponerles la oreja a las críticas del sindicalista Gerardo Martínez contra el ajuste salvaje de Milei; además, le regaló sonrisa y foto; digámoslo: una guachita picarona, la búlgara. Con Javi hizo un esfuerzo para mostrarse empática. “Sé la angustia que estás viviendo por el escándalo de la cripto. Pero quedate tranquilo. No compré”.
Lo único que no cambia de Miami a la capital del imperio, de Roma a Davos, de París a Jerusalén, es que a su lado siempre está Karina, suerte de primera dama, dama con suerte, tremenda acumulación de millas; mientras, Yuyito concede entrevistas, su forma de dar señales de vida. “No creo que nos casemos”, declaró; yo tampoco. Kari –perfecto haber ido al FMI con un capote animal print: marcó presencia; “acá estoy yo, the sister”– llegó a Washington con los pies embarrados: carga con la acusación de ser la abrepuertas de esos sacados que parieron $LIBRA. Digo: las puertas de la Casa Rosada, de Olivos y del despacho de Javi. Comprensivo e indulgente, él no la va a echar; a los sacados tampoco.
Los que quieren a Kari (lo mío es más admiración que amor) dicen que su hermano le dio el encargo de que nunca falte agua en la pecera. Soy malo con las metáforas, pero creo entender lo del agua.
El “triángulo de hierro” completo ha quedado bajo escrutinio; en realidad, bajo fuego, y, qué cruel puede ser la vida, también fuego amigo. Ni Javi se salva. En los pasillos de Balcarce 50 he escuchado cosas de mal gusto: “¿Qué estará tomando al desayuno?”; “Se pasó cinco pueblos” (sí, el que lo dijo vivió en España); “Quizá fue operando con cripto que se compraron cuatro departamentos en Miami”. Ese halo de invencible, de GOAT (le traduzco a Cafierito: el más grande de todos los tiempos), ha quedado en el pasado. Hoy descreen de su naturaleza divina y sostienen que es de carne y hueso, como cualquiera de nosotros. Ayer volvió a irse de mambo. Le sonó el celu cuando exponía en el BID y su inmediata reacción fue sulfurarse y decir que se trataba de una llamada intencional de algún argentino para interrumpir la transmisión por Instagram. “¡Cabezas de pulpo!”, bardeó, y me imagino las risitas en la platea: en esos foros hay de todo menos tan fresca espontaneidad. “Cabezas de pulpo”, “nido de ratas”, “víboras”, “mandriles”... ¿Qué me parece esa forma de denigrar a alguien? Una animalada. A las toses y el parloteo para molestarlo se ha sumado, entonces, esto de llamarlo a su teléfono. Mi principal sospechosa: Yuyito.
El tercer vértice, Caputín, está tratando de salir de ese asuntillo incómodo de haber interrumpido al Presi y a Joni Viale durante la entrevista del martes. Al Presi, por no saber qué tenía que decir, y a Joni, para que aprenda a preguntar. “Innecesario”, lo frenó Javi después. Después de la entrevista: en ese momento le pareció perfecto y solo se le oyeron tres palabras: “Sí”, “claro”, “obvio”. Faltaron otras tres: “A sus órdenes”.
En el Senado hubo arena y cal. Nos sacamos de encima las PASO, no se votó la incorporación de Lijo a la Corte y no habrá comisión que investigue el criptogate. Lo escribí con mucho cuidado, para no enredarme y poner: paso a paso nos sacamos de encima a Lijo y se pagaron comisiones para cortar la investigación del criptogate.
Mis palmas al jefe del bloque radical, este señor Vischi, que firmó el dictamen que creaba la comisión y cuando el dictamen llegó al recinto, 9 minutos después, votó en contra. Un misterio. Apenas se sabe que lo llamaron a su celular y contestó: “Sí, claro, obvio”.
Las semanas, igual que las horas, los días, los meses y los años, tienen ese ciclo irreversible de empezar y terminar, siempre puntualmente. Quizás estemos ante un hecho histórico: no estoy seguro de que la semana del criptogate haya terminado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si sos KAKA no entres a este espacio. No sos bienvenido.
Derecho de admisión... le dicen...