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Tal día como hoy, 15 de marzo de 1646, daba comienzo una serie de 5 batallas en aguas de Filipinas en las que el escuadrón de 3 galeones del general Lorenzo Ugalde de Orellana vencía a una flota holandesa de 16 galeones. Los holandeses perdieron 2 buques y tuvieron 500 muertos.
En el contexto de la guerra de los Ochenta Años, los holandeses se habían presentado en Filipinas con la intención de invadir Manila, desde donde tendrían un puesto comercial sin igual en las aguas de influencia de las Indias Orientales para sus compañías. Cuando se presentó el almirante Maarten Gerritsz Vries con su flota, estaba compuesta por 19 barcos: 16 galeones de guerra, 3 brulotes y 16 lanchas de transporte de pertrechos y 800 soldados. El galeón insignia holandés portaba 46 cañones, y el resto entre 20 y 30. Los españoles por su parte habían logrado aprestar: 3 galeones, una galera y 4 bergantines, la flotilla era muy inferior a la holandesa, pero al mando de Ugalde de Orellana la victoria era posible.
Finalmente, el 15 de marzo, ambas flotas se veían en Luzón, comenzando un duro intercambio de artillería que duró 5 horas. Al entrar la noche, los holandeses se retiraron con daños y su nave capitana en mal estado. En junio, los holandeses trataban de desembarcar en Zamboanga, tras ser rechazados en varias ocasiones por los arcabuceros y mosqueteros españoles, los holandeses inician un bloqueo naval en San Jacinto, tratando de tomar los galeones españoles en lanchas, sin ningún éxito.
El 29 de julio, los holandeses planteaban una segunda batalla naval, en este combate, el Encarnación se vio rodeado hasta por 7 buques holandeses, haciendo un fuego muy vivo el Rosario desde la distancia. El fuego de artillería español fue tan duro que los holandeses no tuvieron más remedio que retirarse en la madrugada, con dos de sus galeones completamente destrozados.
En los días siguientes los españoles pasaron a la ofensiva, buscando a la flota holandesa para expulsarla de aquellas aguas. En el combate, el fuego de artillería y mosquetería español fue tan superior que los holandeses perdieron dos buques y muchos hombres, retirándose. Se dice que el padre Juan de Cuenca había sufrido una epifanía y que Nuestra Señora del Rosario intercedería por la victoria. El general Ugalde de Orellana, al volarse uno de los buques holandeses "cayó de rodillas ante la aparición de la Virgen", dándole las gracias por la victoria. (Quora)
Bibliografía:
- Blumentritt, Fernando: Filipinas: ataques de los holandeses en los siglos XVI, XVII y XVIII.
- Fernández Duro, Cesáreo: La Armada española, desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón.
- Rojo Pinilla, Jesús A: Cuando éramos invencibles
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