Así vino la PIRUCA. Solo que por las terrazas. Era Octubre/Noviembre de 2011; yo subía a la terraza cuando llegaba de trabajar, y a eso de las 18 o 18:30 todos los días venia una gata a visitarme, estaba un rato jugando conmigo y se iba otra vez por los techos. Como a la semana se animó a bajar la escalera, y no se fué mas. Tomaba mate con ella sentada en mis piernas, me bañaba con ella sentada en la tapa del inodoro, y dormía (en invierno) con ella al lado.
A mi Pirulo lo había traído mi papá. Tenía apenas días y se lo dio el canillita de la estación Perú del subte de la línea A. En el puesto de diarios tenían una gata que había tenido cría y estaba lleno de gatitos.
Era hermoso, blanco y negro con la cola negra terminada en un pompón blanco, que nunca la tenía quieta.
Recuerdo que mi padre cuando llegó a casa desde atrás de la puerta nos gritó a mi mamá y a mí, "¡abran que venimos dos!"
Cuando entró vimos que en el diario que traía enrollado en la mano había algo apoyado y, ¡era un gatito! Lo puso en el piso y Pirulito como una flecha se fue a esconder debajo de la heladera. Nos costó un montón sacarlo de ahí, y además se hacía el salvaje para no salir (se le habían parado todos los pelos como si fuera un puercoespín, jaja). Y mi papá con el mismo diario enrollado logró engancharlo y sacarlo (como barriéndolo).
Esa fue la presentación... Y hay miles de anécdotas increíbles de mi vida con él, gracias a las cuales descubrí que sin duda son seres superiores.
Leer uno de tus libros favoritos junto con tu mascota y una taza de café o de té en invierno debe ser lo más placentero.
ResponderEliminarTotalmente cierto!!!!🐶🐺☕☕☕☕☕🐾🐾🐾🐾
EliminarME ENCANTO POR ESO QUIERO COMPARTIRLO EN LVI DE JULIA 💖💖💖
ResponderEliminarhttps://twitter.com/i/status/1406404154344542211
yo sigo esperando a mi tanguito que se me fue aun sabiendo que no va a volver
ResponderEliminaresta tan presente que no puedo dejar de verlo en cada rincon de mi casa
quizas suene patetico pero es la verdad...lloro escondido
Se necesita tiempo, Palermito.
EliminarNunca se va a olvidar pero se va a apaciguar el dolor y solo recordarás sus historias con una sonrisa.
Así vino la PIRUCA. Solo que por las terrazas.
ResponderEliminarEra Octubre/Noviembre de 2011; yo subía a la terraza cuando llegaba de trabajar, y a eso de las 18 o 18:30 todos los días venia una gata a visitarme, estaba un rato jugando conmigo y se iba otra vez por los techos. Como a la semana se animó a bajar la escalera, y no se fué mas.
Tomaba mate con ella sentada en mis piernas, me bañaba con ella sentada en la tapa del inodoro, y dormía (en invierno) con ella al lado.
A mi Pirulo lo había traído mi papá. Tenía apenas días y se lo dio el canillita de la estación Perú del subte de la línea A. En el puesto de diarios tenían una gata que había tenido cría y estaba lleno de gatitos.
EliminarEra hermoso, blanco y negro con la cola negra terminada en un pompón blanco, que nunca la tenía quieta.
Recuerdo que mi padre cuando llegó a casa desde atrás de la puerta nos gritó a mi mamá y a mí, "¡abran que venimos dos!"
Cuando entró vimos que en el diario que traía enrollado en la mano había algo apoyado y, ¡era un gatito! Lo puso en el piso y Pirulito como una flecha se fue a esconder debajo de la heladera. Nos costó un montón sacarlo de ahí, y además se hacía el salvaje para no salir (se le habían parado todos los pelos como si fuera un puercoespín, jaja). Y mi papá con el mismo diario enrollado logró engancharlo y sacarlo (como barriéndolo).
Esa fue la presentación... Y hay miles de anécdotas increíbles de mi vida con él, gracias a las cuales descubrí que sin duda son seres superiores.
¿Cómo olvidarlo?