La transmisión del velorio fue otra reafirmación del daño cultural que nos hicieron estos pasantes y malos aprendices de la cátedra de populismo que dictan desde Cuba y Venezuela con el manual que compraron los Kirchner durante la década ganada y la bendición del chanta del Vaticano, y es una muestra más de la crisis de valores y la subversión moral que impone todavía el amañado relato K por encima de cualquier aspecto de la sufrida realidad que nos toca sobrellevar. Al ver y escuchar a algunos dolientes culpar a Macri de la represión que ordenó Alberto en Plaza de Mayo y alrededores, o leer al tartamudo de Wado de Pedro instalando que Cambiemos que era responsable, es otro signo de atención que nos enseña que es imposible tratar o reinsertar en la sociedad a un gran sector de personas que ante las cámaras se presenta y está orgullosa de ser lumpen o marginal. Es la famosa batalla cultural que dieron y nos dejó una tierra arrasada para que nosotros habitemos con desforestados mentales que creen que tienen que ser bancados por el Estado y les enseñaron que tienen más derechos que uno que labura por su cuenta y estudió toda su vida. Y a esto hay que sumarle el papel lamentable de los medios de querer justificar todo achacándolo a una muestra de afecto espontáneo y desbordante hacia el ídolo muerto, circunstancia que muestra su patetismo y el oportunismo que los motiva en confundir al televidente con esa bajada de línea para que no piensen por ellos mismos. Pocos se fijaron en algo; y fue el miedo de nuestros gobernantes (el cocorita Alberto y la reina Cristina encerrados en un despacho custodiados por el ejército con armas largas) se desenmascaró que esa gavilla de malandras, si no es un acto rentado u organizado por los gordos de la CGT o los tontones de La Cámpora, con micros y choris gratis o con Fuerza Bruta y los actores de cuarta, le tiene mucho miedo a la plebe, a esa gentuza que dicen representar y defender y ver esas irrupciones violentas de la chusma entrando en la Casa Rosada, después de que le despejaran el camino a la bruja de Tolosa, fue presenciar una invasión bárbara, un malón descontrolado, algo parecido a cuando los vándalos saquearon Roma o los sansculotte tomaron la Bastilla, y ese hecho, nos da una idea de que los gobernantes viven en un universo paralelo, disociados de la realidad, están encerrados en una burbuja de irrealidad, y mientras se refugian en sus discursos vacíos, descafeinados, berretas, y los medios, sus alcahuetes y sus escribas nos inoculan su ideología, entendemos que el sistema es una frágil cáscara, porque ellos tienen que recurrir ante los que dicen odiar (policía y ejército) porque le temen mucho a un alzamiento popular, y ayer se respiraba un olorcito a 2001, y el descontento no era solo no poder ver el cajón de Maradona, había en el aire algo más, hartazgo, resentimiento, cansancio, rabia contenida, signos de anarquía, y la casta política, sus ñoquis y sus crías lo saben, se viene un diciembre complicado y hay que largar toneladas de guita para contener a los pobres, y no por generosidad, porque en definitiva lo pagamos todos, sino para que no se pudra y los hambreados junto a la clase media prácticamente resignada y destruida los rajen del poder, porque el pueblo ya no les cree y los odia, incluso los que son delincuentes y los votan por el pancho y la coca, y fue lindo ver como los energúmenos lo puteaban a Alberto que quiso hacerse el líder con un megáfono ante el aluvión zoológico sabiéndose protegido desde las alturas, y quedó ante las cámaras como un triste tipo sin autoridad, que está ahí de prestado, y son los propios cabecitas negras los que saben que a esa masa desbordada nadie la puede manejar, aunque se vendan o los medios los instalen como los únicos intérpretes del sentimiento popular y a los demás como gorilas, ahora que no se pudieron apropiar del mito del Diego, su desnudez es mucho más visible.
Eduardo
Muertos los negros se acaba la rabia. Una guerra civil hace falta, donde podamos reventar a los simios rabiosos que se vieron en el "velorio show". Se acaban los planes, se acaban los barras, se vacían las cárceles.
ResponderEliminarSomos una minoría de homo sapiens-sapiens contra un 60% de cosos que no llegan a ser ni australopitecus ni neanderthals, sino que son el eslabón perdido de Darwin.
Muy buen texto sobre la realidad. Excelente!
ResponderEliminarVergüenza nacional frente al mundo. Para que todo el planeta sepa lo que es un país rico gobernado por chorros y delincuentes. Esta es la consecuencia de la denigración de la educación argentina, de la pérdida de valores y de sentido del esfuerzo, el trabajo y el mérito para ser mejores. Los k ganaron mucho más que una elección, ganaron la batalla cultural. Pobre mi Argentina
ResponderEliminarEduardo, mejor explicado, es imposible!
ResponderEliminarSimplemente expresaste en algunas lineas la triste realidad argentina donde los ciudadanos honestos y con ansias de progreso son rehenes de un grupo de fundamentalistas en un gran campo de concentración, donde a los verdugos ya no les importa ni el poder, ni el dinero; lo consiguieron hace rato, ahora van directamente x el genocidio sin escalas...
WOW!!! Este texto de Eduardo sobre la REAL realidad deberá estar en todos los libros de HISTORIA ARGENTINA!!!
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