A mediados de 1973, antes de que Montoneros ordenara asesinar a José Ignacio Rucci, el sindicalista preferido de Juan Domingo Perón, el líder ofreció una charla en la que habló de los problemas mundiales y del futuro de la humanidad.
En el discurso, en el que estaba acompañado por María Estela Martínez de Perón -“Isabelita”- y el citado Rucci, Perón dijo: “Tenemos que pensar que, quizás antes del año 2000, se multiplicará la actual población de la Tierra y disminuirá la materia prima disponible para seguir viviendo. Se va a tener que producir, indefectiblemente, la integración universal. Es decir que los hombres se pongan de acuerdo en la defensa total de la Tierra y en la utilización de la Tierra como hermanos y no como enemigos unos de otros”.
“Además de eso será necesario que se satisfaga la solución a esa superpoblación y cuando en la Tierra vive superpoblación, porque se ha producido en algunas regiones, ya que obedece, no al número de habitantes sino a la desproporción entre los números de habitantes y los medios de subsistencia”, continuó.
¿Qué hacer? “Las soluciones han sido de dos maneras. 1) la supresión biológico, es decir, matar gente que es lo que se encarga la guerra, las pestes y el hambre que es la enfermedad que más mata en la Tierra. Y el otro es el ordenamiento geopolítico que permite una mejor distribución de los medios de existencia. Si el hombre, en esto que resta, hasta el año 2000, no ha resuelto el problema por la vía geopolítica produciendo más y distribuyendo con mayor justicia, lo que el hombre necesita para subsistir, y no quedará otro remedio que lanzar la bomba atómica que también puede ser una solución si la insensatez de los hombres no ha utilizado el camino constructivo y se ha decidido por el destructivo”.
Perón justificaba las bombas atómicas luego de lo que el mundo había visto tras Hiroshima y Nagasaki. Sin embargo, ese final sorprendente fue recibido por una catarata de aplausos. (PyP)
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Es q de o sabia del coronavirus!!!
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