En Fuerte Apache cambió algo (Nicolás Wiñazki)

El conurbano bonaerense nació en 1947. Ese año la Dirección de Estadísticas designó por primera vez como “Gran Buenos Aires”a esa zona populosa que empezaba a rodear a la Capital Federal. Decir “nació” s un decir, por supuesto, porque esa geografía estaba allí antes del descubrimiento europeo de América. Quedó en la memoria perdida de los aborígenes querandíes y pampas el recuerdo de lo que fueron bosques y agua pura, que hoy corre envenenada por debajo de avenidas sucias, o túneles que nadie ve, como el del arroyo Maldonado.

Ayer, como pasa cada cuatro años, el futuro del país se definió en esa zona en la que viven 13 millones personas: de modo de técnico, hoy se llama “Gran Buenos Aires” a treinta y tres municipios que crecen en las cercanías de la Capital. En ese laberinto interminables de calles y casas, de barro y pavimento, vota el 40 % del padrón.

Anoche, una mayoría de candidatos del PRO, liderado por Mauricio Macri, ganó en algunos de los distritos más populosos del conurbano, la mayor parte controlados por el peronismo desde hace décadas.

Pasó en Tres de Febrero, solo por poner un ejemplo de un distrito bonaerense emblemático. Desde 1991 lo gestiona Hugo Curto.

Clarín recorrió ayer escuelas de ese distrito, pero sobre todo una: la número 50 del Barrio Ejército de los Andes, el “Fuerte Apache”, considerado uno de los más peligrosos del país. Alrededor de 50 mil personas conviven en monoblocks que se levantan como castillos decadentes. Hace 40 años que no hay cloacas. Se nota.

El colegio número 50 es un símbolo no solo porque es de las escuelas con más electores de Tres de Febrero: ahí estudió en la primaria Carlos Tévez, el 10 de Boca.

“Carlitos” todavía es recordado por el profesor de educación física. Le donó computadoras a la institución en la que se educó. Cada tanto hace llegar a los monoblocks alimentos para quienes no los tienen. No se olvida de su barrio. Y tendría motivos para hacerlo. En la escuela de Tevez, en las PASO, había ganado el kirchnerismo.

Ayer, en todas las mesas del colegio triunfaron el candidato a intendente de Cambiemos, Diego Valenzuela; y la candidata a gobernadora de ese partido, María Eugenia Vidal.

Varios barras bravas del Club Almagro fiscalizaron para Daniel Scioli y su candidato a gobernador bonaerense, Aníbal Fernández. También militantes de La Cámpora. No bastaron algunas de sus apretadas a sus “rivales” políticos, a las siete de la mañana, y al atardecer, típicas de los punteros usan la fuerza para controlar lugares de votación.

Semanas atrás, Tevez se había transformado en un protagonista de la campaña.

Solo contó una impresión de uno de sus viajes al interior.

En una entrevista con Alejandro Fantino dijo que cuando fue a Formosa notó que “la gente se estaba cagando de hambre”, y usó a su barrio para graficar el contraste que notó cuando se alojó en un hotel de lujo: “Imagínate, sería como poner un hotel 5 estrellas en Fuerte Apache”.

El ídolo Tevez fue atacado por el aparato de propaganda K.

“Carlitos” había hablado de algo que sabe: cagarse de hambre.

La vida de Tevez es como la de miles y miles de bonaerenses, pero es también excepcional.

Su papá murió acribillado por 23 balazos. Su mamá lo abandonó. Lo criaron sus tíos. Era un bebé de diez meses cuando le cayó agua hirviendo en el cuello. Nunca se operó la cicatriz atroz que le dejó aquel drama.

Ya de grande, uno de sus hermanos fue preso por robar un blindado. A él lo salvó el fútbol. Tenía 5 años cuando lo descubrió un representante de All Boys. Su tía tuvo pudor: Tevez no tenía zapatillas. Vivía descalzo.

El Partido de Tres de Febrero se llama así en recuerdo a la Batalla de Caseros de 1852. En lo que hoy es el barrio de Palomar, el ejército “federal” de Justo José de Urquiza le ganó la guerra al “unitario” gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas.
Aquel día cambió el eje del poder político en la Argentina.

Fuente: Clarín