"Crítica literaria" sobre el libro de Jorge Rial

La autobiografía de Rial: Odia a tu prójimo como a ti mismo

En su autobiografía Yo, el peor de todos, Jorge Rial se parece a un tornado sensacionalista que se chupa a sí mismo.

Por Lucas Asmar Moreno

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Yo, el peor de todos, el libro de Jorge Rial cuyo título parafrasea misteriosamente a Sor Juana Inés de la Cruz, recurre a una estrategia insana y eficaz: exponer las miserias propias para legitimar la exposición de las miserias ajenas. 

Rial no tarda en descalificarse: es vulnerable, ciego, irascible, mortal, ambicioso, vengativo, ostentoso, solitario, arribista y se lamenta por filmar al hermano esquizofrénico de Susana Giménez.

Consumada la autodegradación, la investidura para hundir a cualquier personaje no tiene límites. Las páginas respetan la siguiente ley: odia a tu prójimo como a ti mismo.

Los datos son de un rigor periodístico imaginario, más funcionales al thriller político que a la verdad. Lo interesante es apreciar cómo el autor se las ingenia para caricaturizar a los demás. Marcelo Tinelli es un tacaño que deberá subordinarse a Cristóbal López hasta cumplir 65 años; Sergio Massa es un impuntual manipulador; Mauricio Macri, un inválido intelectual aplastado por la capacidad argumental de una mujer. Ni hablar de Silvia D’Auro, la exesposa del conductor, retratada como una Medea que “tiró a Morena contra una bañadera llena, pegándose la chica con el borde entre la ingle y la vagina, quedándole un moretón enorme durante muchísimo tiempo”. 

Ese fragmento escabroso ilustra cómo Rial destruye lo que odia al tiempo que humilla colateralmente lo que ama. Cualquiera que compre este libro mira televisión y la representación de Morena con un moretón en esa zona será un electroshock de mal gusto. Rial se asemeja a un tornado que en su voracidad sensacionalista se chupa a sí mismo.

Como en toda autobiografía, el narrador se esforzará por construir una imagen que encaje con las expectativas narcisistas del presente. No es casual que muchas páginas expliquen episodios frescos como la separación de Luis Ventura y el programa atroz con Nazarena Vélez, o que se proyecten hacia las elecciones del 2015.

Yo, el peor de todos culmina con la Niña Loly (actual pareja del conductor) y la esperanza de un hijo biológico que se anexe a las hijas adoptivas, creando una familia tan híbrida como perfecta. Lo mejor de este universo literario es el melodrama neurótico que incluye a un padre frío pero bondadoso, a una madre golpeadora y a las mujeres Loly y Silvia jugando roles antinómicos: ángel redentor contra diablo desquiciado. En un limbo de amor incondicional flotan desconcertadas Rocío y Morena, por quienes Rial haría cualquier cosa. 

Para demostrar la virilidad del narrador, la prosa adquiere un tono entrecortado y contundente. Esta búsqueda estilística perjudica la respiración de la lectura; los párrafos son mínimos y absolutos, una sucesión de haikus con rabia. Debe reconocerse que el lunfardo seco condice con muchos episodios, sobre todo con aquellos de la tercera parte, en donde Rial remarca su ética feroz y ese capricho por resolver conflictos a las trompadas.

Quizás lo más llamativo de este libro o de los libros mediáticos en general sea la posibilidad de conocerlos y comentarlos sin recurrir a su lectura. Los datos fuertes terminan replicándose en portales de Internet, redes sociales o en televisión, devolviendo el libro a su lugar de origen y convirtiéndolo en combustible para que la maquinaria mediática no se detenga. Sucedió con los libros de Marcelo Polino y Ventura; difícilmente estemos ante una excepción. (la voz)