Si algo encanta a los amantes de José Ignacio es esa calma de pueblo campechano, que queda a oscuras cuando cae el sol, y solo se ilumina con los encendidos de cada casa, las luciérnagas titilando, la luna, cuando la hay, y la vía láctea estampada en el cielo. De manera que resultaba imposible pasar por alto el fenómeno casi fantasmagórico que se podía ver desde varios kilómetros antes, por la ruta 10, en la silueta peninsular coronada por el faro que se hizo famosa en tantas postales: sobre la costa Oeste, la de La Mansa, una casa brillaba incandescente, alumbraba hasta el mar. Era Casablanca, mítica mansión adquirida por Mirtha Legrand cuando José Ignacio era un pequeño pueblo de pescadores, y que hoy se convirtió en la casa de veraneo de su hija, Marcela Tinayre, sus nietos y bisnietos. La Casa Tinayre, la llaman en Punta del Este y no hay asiduo veraneante que ignore su fachada. Es por eso que cuando se supo que la tradicional fiesta de blanco de Chandon se iba a hacer ahí – el año pasado se hizo en Finca Valeria, de los Mazza-Gravier-, un rumor se expandió por todo el balneario uruguayo. Ser invitado era toda una aventura, no sólo por el glamour de un evento que ya es un clásico sino por el festín para curiosos que sería ingresar en una de las casas más famosas del Este, nada menos que la mansión de la diva de los almuerzos -aunque se sabía de antemano que ella no estaría presente-.
Por supuesto, ser parte de tan mentado convite no sería misión sencilla para casi nadie. Si el lujo consistía en ser recibidos por Marcela Tinayre, Nacho y Juanita Viale, el precio debía ser alto. Y lo fue. Por un lado, la figurita más deseada, Juana, llegó tarde, tardísimo, y cuando hizo su aparición apeló al colmo de la rebeldía: si la fiesta era de blanco ella fue de negro. Un cliché que fue aplaudido por sus seguidores y cuestionado por sus detractores, pero que a ella le sentó de maravillas para reafirmar su personaje de eterna díscola. Era su casa, nadie podía prohibirle la entrada por no cumplir con el dresscode .
Por otro lado, a diferencia de años anteriores cuando la fiesta de blanco convocaba a una multitud y daba que hablar durante todo el mes, chez Tinayre no se permitió más de 300 invitados cuya gran mayoría eran amigos íntimos de la casa. No hubo tráfico de precintos posible, el control en la entrada fue tal, que hubo invitadas que una vez adentro no podían salir a buscar sus abrigos en el auto porque les impedían el ingreso. Fue el caso de Julieta Kemble, que recibió una rotunda negativa y sólo pudo salir de la fiesta cuando se garantizó su reingreso de la mano de uno de los anfitriones.
La lista de invitados, como siempre, incluyó a las figuras más buscadas por la prensa argentina: Pampita Ardohain y Benjamín Vicuña, Julio Bocca, Nacho Figueras y Delfina Blaquier –en su primera salida en público en Punta del Este, "y última. Preferimos no ir a eventos", aclaró Delfina-, Micaela y Candelaria Tinelli, la embarazadísima Sabrina Garciarena y su pareja, Germán Paoloski, Analía Franchín y Sebastían Eskenazi, Pablo y Cathrine Roemmers, Cristiano Rattazzi, Gabi Flores Pirán y Germán Neuss, Milagros Schmoll, Romina Lanaro y Federico Moyano, Priscila Crivocapich, Dafne Cejas, Jimena Buttigliengo, Lara Bernasconi, Jorgelina Airaldi, Soledad Ainesa, Teresa Calandra y Gonzalo Bergadá, Evelyn Scheidl, Cecilia Zuberbühler, Gloria César, Daniel Hadad, María Cher, Julieta Kemble y Justo Saavedra, Jorge Brito y Gabriela Vaca Guzmán, Cintia Garrido, Francis Btesh, Fabián Zitta, Concepción Cochrane Blaquier, y la lista sigue. Un verdadero cóctel de celebrities que hizo las delicias de los fotógrafos acreditados. Eso sí, hubo condiciones y hubo discordia: los paparazzi tenían que abandonar la fiesta antes que dieran las 12 campanadas, de lo contrario, habría problemas. Las restricciones impuestas por los anfitriones no estaban en discusión. Las puertas de la casa Tinayre se cerraron a medianoche y lo que ocurrió después no pudo ser registrado por ninguna cámara.
El jardín que rodea la mansión estaba de punta en blanco. Ambientado por Javier Iturrioz, transportaba a los invitados a una gala al aire libre de frescura, burbujas, y flores con una escenografía de lujo: el horizonte oscuro y el mar. Desfilaron bandejas de sushi y bocadillos calientes y fríos, mucho marisco, y salmón. No se comió opíparamente. Sí hubo brindis…hubieron varios. La alegría del espumante se hizo notar en los más jóvenes que colmaron la pista temprano, cuando los mayores emprendieron la retirada. La fiesta quedó reducida a la mitad muy pronto, y fue entonces que varias escenas parecieron alumbrarse por una luz cenital al mismo tiempo: por acá, Pampita y Benjamín, abrazados y llenándose de mimos como si el mundo alrededor no importara. Más allá, Sabrina Garciarena, con su enorme panza –"Todavía estoy de siete meses por eso puedo venir…en un par de semanas no me voy a poder mover", contó a Personajes.tv-, charlaba divertidísima con Germán y Soledad Ainesa. En otro rincón bailaban Flor de la V con Marcela a pura fiesta, mientras Marcos Gastaldi se erguía como el verdadero anfitrión de la noche, presentándose ante todos los invitados y mostrando la vista panorámica que tiene Casablanca de la costa mansa de José Ignacio.
Hubo posado familiar, tardío por la demora de Juanita, breve por el apuro de Nacho y simpático por la sonrisa de Marcela, que también estaba ansiosa por volver a bailar. Juanita dio todo de sí a los fotógrafos y pese a su look total black demostró que su belleza todo lo puede.
Micaela y Candelaria Tinelli llegaron tarde. Los fotógrafos le rogaron posar y las tímidas hijas del líder de Ideas del Sur no terminaban de decidirse. En eso estaban cuando Mica se torció el tobillo bajando la escalera y casi se va de boca al piso. Alguien la salvó y fue entonces que decidió volver y mostrar su mejor sonrisa ante los flashes para que los paparazzi no se quedaran con su imagen accidentada.
Pampita y Benjamín llegaron muy felices de la mano. Después de sacarse la foto de rigor, Pampita salió de repente corriendo por la puerta dejando a Benjamín plantado ¿Qué le pasaba? Se le había caído el cinturón, accesorio fundamental de su vestido by Jazmín Chebar. Pero la sorpresa fue grande cuando volvió a encontrarse con su pareja y él estaba abrazando a una rubia. Tranquilas. Sólo se trataba de una fan que logró sortear la seguridad para obtener una foto con "Pedro Beggio", el personaje de Vicuña en Farsantes . "Está todo bien, no me molesta", dijo Pampita por si alguien lo dudaba. (Yahoo)
Cuánta frivolidad!
ResponderEliminarCoincido Olivia! los seres humanos tenemos un serio problema con las prioridades evidentemente.
ResponderEliminarno se dedican a nada útil en sus vidas,...haber pasado por la vida y ser tan frívolos
ResponderEliminarQué horrible le queda ese rubio gato sucio a Juana Latrola.
ResponderEliminarse lo hicieron teñir para una novela. Igual es tan hermosa!!!!
ResponderEliminarCuánta frivolidad,no sabía que Pampita y el marido eran tan vacíos,después de los que les pasó...
ResponderEliminartenian que ir de blanco la renegada fue de negro
ResponderEliminarDemasiada mersada.
ResponderEliminares linda juana pero muy grasa
ResponderEliminarLean la nota completa, es asqueante. Demasiado frivolo, snob...hay cosas que ya no van.
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