miércoles, 24 de abril de 2013

Coppola (o como ser servil y lamer calcetines): "Diego fue mi gran amor"

Increíble e imperdible nota a Guillermo Coppola, de Gerardo Tagliaferro para Montevideo Portal...

"Maradona fue un chico humilde al que le pegaron una patada en el culo, lo mandaron a la cima del mundo y se las arregló como pudo"



El taxi devora metros a una velocidad que resulta impropia para el infierno de autos que atestan la avenida Libertador, casi a las siete de la tarde. Pero así es el tránsito en Buenos Aires. Así es Buenos Aires. Los "arbolitos" que a lo largo de Florida o Lavalle pagan el "dólar blue" a 8 pesos o más -en pizarra está a 5.10- ya deben estar volviendo a sus casas tras una nueva jornada de labor. Las luces de la ciudad van ocupando lugar al costado del pavimento y la omnipresencia de los edificios majestuosos muy cerca del Río de la Plata exterioriza el glamour que ninguna crisis, del tipo que sea, es capaz de arrebatarle a esta selva de pasiones, urgencias y desmesura.

Llegamos. El edificio no es el más lujoso pero tiene lo suyo. El portero nos anuncia y subimos al piso 10, desde donde la noche recién inaugurada va como insinuando sus encantos. Guillermo Coppola nos recibe con una sonrisa más bien indescifrable, que viene a complementar el background con el que uno llega hasta allí: "la típica mueca del tahúr, del vivillo porteño, del cafiolo de la noche y los negocios inconfesables", me susurran mis prejuicios.

Es un hombre alto y simpático. A los 64 años no queda demasiado de la prestancia de otros tiempos que él mismo se encarga de mentar toda vez que puede. Vestido sencillamente con una remera blanca y vaqueros, nos invita a tomar ubicación en el amplio living de sillones color arena. Bosteza, tal vez esté regresando de una siesta. Quien supongo es su pareja, una mujer como mínimo treinta años menor, ofrece café o refresco. Pedimos solo agua y él una pera. Ella vuelve con una jarra de agua con hielo y dos copas para los visitantes, y para el anfitrión un platito con una pera cortada y un tenedor. "Gracias mamita", dice Cóppola. Después vienen unos sándwiches y una copa para él, que ella deposita a medio metro de su mano, sobre la mesa ratona. Pero Cóppola no se mueve y pide: "Servime mamita".

En estos días sale al aire en Argentina la primera entrega de un programa que conducirá con el "Bambino" Veira y Cacho Castaña: "Buenos muchachos" se llama. Está, se diría, en la cresta de la ola mediática. De regreso de una vida de excesos al lado del futbolista más promocionado de la historia, de regreso de su distanciamiento de él, de la cárcel, de acusaciones de asesinato y de muchas cosas, "Guillote" parece disfrutar como un niño de estas mieles de la fama: con menos polémicas, menos vértigo, mucho menos adrenalina. Cree que le llegó la hora de inhalar el perfume de las rosas sin pincharse con sus espinas. Acá todo es posible, dicen.

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5 comentarios:

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Derecho de admisión... le dicen...