EVENTO REAL BRITÁNICO
La Casa de Windsor necesita de estos despliegues publicitarios por 3 motivos: para justificar la monarquía, cada vez más cuestionada en el Reino Unido, para mejorar la imagen de la reina Isabel II y para intentar cerrar el capítulo de Lady Di, casando a uno de sus hijos.
La reina de Inglaterra, de amarillo. Isabel II y su marido Felipe de Edimburgo llegaron a la abadía de Westminster viajando en un vehículo cubierto y saludando al público.
El Príncipe Guillermo, hijo de Diana Spencer y Carlos de Windsor, eligió vestir el uniforme de coronel de la Guardia irlandesa, y llegó acompañado de su hermano Harry a la abadía de Westminster
Antes, la Reina de Inglaterra, acompañada por el Duque de Edimburgo, ofreció una recepción en honor de las Familias Reales que se han trasladado a Londres con motivo de la boda del Príncipe Guillermo de Gales y Kate Middleton. En la recepción, que se ha celebrado, en el lujoso Hotel Mandarin Oriental, frente a Hyde Park, los caballeros asistieron con esmóquin y las señoras con vestido largo.
La recepción era de carácter privado, por lo que la prensa sólo pudo permanecer en la puerta del hotel y ver cómo iban llegando los invitados. A la cena no acudieron los novios, ya que tanto el Príncipe Guillermo de Gales como su novia, Kate Middleton, compartieron su última noche de solteros con sus respectivas familias. Mientras que el hijo del Príncipe de Gales cenó en Clarence House, Kate Middleton lo hizo en el hotel The Goring, donde se instaló el pasado miércoles y del que saldrá hoy hacia el altar.
Pero la Reina tenía una sorpresa para los novios: recién casados serán duques de Cambridge, condes de Strathearn y barones de Carrickfergus.
Los títulos pertenecen a tres de los cuatro territorios del Reino Unido: Inglaterra, Escocia e Irlanda del Norte. El cuatro (Gales) es donde los jóvenes se disponen a iniciar su vida en común.
Los títulos vienen acompañados por ciertas connotaciones históricas. Las más importantes son las del ducado de Cambridge, que se le adjudicó en 1706 a Jorge Augusto, que con el paso de los años se convertiría en Jorge II.
Al subir al trono, el ducado se fusionó con la corona y en cierto modo desapareció. Pero sobre el papel Cambridge nunca ha dejado de ser un ducado real.
Lo fue en el Medievo y en la Edad Moderna. Cuatro hijos de Jacobo II ostentaron el título en el siglo XVII pero todos murieron prematuramente. Eduardo IV fue duque de York yconde de Cambridge hasta su coronación como rey de Inglaterra en 1461. Su padre y su abuelo de la dinastía de los Plantagenet fueron los dos condes de Cambridge.
Contrato prenupcial
La casa real no lo ha confirmado, pero casi todos los expertos en la materia están convencidos de que es cierto. Antoine Michelland, un especialista en familia real inglesa, dijo a France Soir que, en caso de haber un contrato, nunca será hecho público.
El recurso de un contrato prenupcial no es una práctica común en Gran Bretaña, a diferencia de lo que sucede en los Estados Unidos. Sólo existe desde el año pasado. "En el siglo XXI, es una necesidad para toda pareja que vive en la escena pública", dijo a la agencia AP el abogado James Stewart, especialista en divorcios, que asesoró a Madonna y a Guy Ritchie.
"En toda la historia de la monarquía, nunca hubo contrato prenupcial -aseguró Christopher Anderson, autor de William and Kate: A Royal Love Story-. Para la familia real, el divorcio era algo improbable, hasta que el casamiento de la hermana de la reina, la princesa Margaret, acabó en divorcio". Desde entonces, tres de los cuatro hijos de la reina se han divorciado: Carlos, Andrew y Anne. Ninguna precaución estará de más.
Pero las cosas no son tan graves como en el pasado. En caso de ruptura, Kate no perderá la cabeza, como su antecesora Catherine Howard -una plebeya que desposó al rey de Inglaterra en el siglo XVI-, pero sí el título, las residencias palaciegas y, más duro aún, los hijos que hayan engendrado.
Según el Bild, Princess Katherine volverá a ser de inmediato Kate Middleton, perderá el derecho a residir en cualquiera de las moradas que haya compartido con William y no podrá reclamar ni un centavo del patrimonio de su esposo, que hoy asciende a 13 millones de libras esterlinas, pero que, cuando muera su abuela, se engrosará con una parte de su fortuna, estimada en 325 millones de libras (unos 530 millones de dólares).
Como cualquier otra divorciada de un hombre de buen pasar que ha firmado un contrato prenupcial, ella sólo recibirá una suma inicial y una pensión, cuyo monto variará según su comportamiento. Por ejemplo, si decide volver a casarse, el monto del subsidio descendería.
Una sola excepción a este rigor: Kate habría reservado para sí y para sus padres el derecho de visita sin límite a sus hijos.
Pero no tendrá la posibilidad de una revancha a lo Lady Di, quien se dio el gusto de ventilar en televisión la triste realidad de su matrimonio sin amor, ni de llevarse, como ella, una jugosa indemnización (17 millones de libras esterlinas o 28 millones de dólares). Su rico futuro esposo le hizo firmar que no podrá revelar nada de la intimidad del matrimonio bajo pena de multa millonaria.
Middleton no es la primera plebeya que renuncia a derechos al casarse con un monarca. Años atrás, las mismas exigencias le fueron impuestas a la actriz Grace Kelly para desposar al príncipe Rainiero de Mónaco: en caso de divorcio, los hijos quedarían con el padre. Más cerca en el tiempo, también la argentina Máxima Zorreguieta tuvo que firmar un contrato prenupcial para poder casarse con el heredero del trono de Holanda. Ella renunció a su ciudadanía, prometió educar a sus hijos en la religión del esposo -que no es la suya- y, en caso de divorcio, perderá la tenencia.
Como dijo el abogado Stewart, al casarse con William, "Kate se une a una familia apodada 'La Firma' en la cual cada empleado está sujeto a una cláusula de no divulgación".
Fuente: Urgente 24
JUSTAMENTE A MI ME LLAMO LA ATENCION DEL FERVOR DEL PUEBLO, APOYANDO LA MONARQUIA...
ResponderEliminarQue terrible la clausula donde dice que si se divorcia pierde la tenencia de los hijos.
ResponderEliminarMáxima también renunció a su ciudadanía, prometió educar a sus hijos en la religión del esposo -que no es la suya- y, en caso de divorcio, perderá la tenencia de sus hijos.
ResponderEliminarQuien es argentino nativo de acuerdo a la Constitución, nunca puede dejar de serlo de acuerdo a la ley, porque en tal caso la ley sería infractora de la Constitución al privar a un argentino nativo de una condición jurídico-política que es la propia Constitución quien la adjudica u obliga a adjudicarlos.
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