Un amigo, me conmovió mucho con este mail que me escribió y que previo pedido de autorización deseo compartir con ustedes.

Mi muy querida Julia

hoy también aparece el aviso y me produce un cierto arrepío, como si continuase siendo un adolescente pescado in fraganti al entrar en el viejo cine Radar, donde se proyectaban películas con la leyenda (en la puerta sobre el afiche) "Inconveniente para señoras y señoritas y menores de 18 años. Aviso del Consejo del Niño".

El Consejo del Niño, hoy INAU, fue un instituto de los más hipócritas que tuvo esta sociedad, con menores a cargo que las más de las veces salían a delinquir para y eran abusados/as por sus guardianes y cuidadores/tutores legales, cuando no explotados en trabajos degradantes -inclusive prostitución- ante la vista gorda del sistema anterior al 85.

Sin embargo, aquel aviso era acicate para el cine estuviese repleto no sólo de señores ávidos de sexo en celuloide en cada pasada, sino también de señoras y señoritas que ingresaban a la sala cuando iban los títulos iniciales y escapaban un segundo antes de la palabra fin. Que además, bobas, eran vistas a cara descubierta en el entreacto cuando las luces se encendían a medias y era la hora de gozo del caramelero que vendía unas pastillas de fondant de menta recubiertas de chocolate que sabían a gloria (y dadas las circunstancias, a pecado venial) antecesoras vernáculas de las exquisitas After Eight.

Entrar hoy en tu blog, desde ayer para ser más preciso, me produce ese repeluz que me devuelve a mis diecéis o diecisiete años cuando mi altura me permitía pasar por mayor y ver películas de Coca Sarli o Libertad Leblanc a las que el Consejo había asignado esa calificación. Aseguro ante quien quiera que después de entrar, aquellos contenidos ni siquiera eran equívocos... nunca se veía nada excepto aquellas maravillosas ubres de la Sarli (que supongo propias) sobrenadando las aguas de ríos, cascadas, arroyos, piscinas y charquitos... Era más la mente del espectador que la presencia de aquella diosa que abría su boca de dicción imprecisa y ya te bajaba los ánimos.

Si no fuese por la hijoputez que calificar así La Ventana infiere, sería tan cómico como aquellas películas y el avisito que duplicaba la venta de entradas. Como nunca hay mal que por bien mayor no venga -y te doy fe que así es- sé que tu nueva página será tan vista o más que esta. Quizá debas implentar otras opciones de seguridad, moderación de comentarios, en fin. Pero estaremos todos y más allí, doquiera te encuentres. Para quienes hemos descubierto la naturaleza humana que te guía -y contigo a muchos de tus fans y seguidores- no vamos a abandonar este pan de cada día que representa estar informado acerca de banalidades que nos descansan del drama cotidiano que tenemos que enfrentar por nosotros o para aquellos que en nosotros se apoyan y refugian.

Amiga mía, no aflojes. Sigue adelante como Dante cuando Virgilio le recomendó en el círculo de los réprobos "Non ti curar di loro; guarda e passa".

Nos encontraremos pues en la nueva ventana, que más que ventana resulta ser una puerta al conocimiento, al compartir y al aprender. Lo demás es pura anécdota. Te quiero mucho y lo sabes, pero nunca está demás que lo itere.

Un abrazo desde esta orilla.

baron Samedi


Para quienes quieran conocer la perfección y la belleza de sus relatos, pueden leerlo aquí.