Carlos A. Estrada pide derecho a réplica por intemedio de este mail

REF. A “BAILANDO POR UN ENGAÑO” – NECESARIA ACLARACIÓN A LOS QUE CONTESTARON. (Leer aquí el post de referencia del 20/12/2010)
                                                                                                              por  Carlos  Estrada

Señores, he visto innumerables respuestas y todas del mismo color, defendiendo lo indefendible, que no encaja con pensar diferente. GRACIAS IGUAL POR DESNUDAR VUESTRAS ALMAS.

Creo haber sido correcto, a diferencia de muchos que opinaron con la bajeza típica del que vive con heredado odio. Seguramente por criarme en hogar ilustre (recuerdo que mi padre admiraba al presidente Juan D. Perón pero me educó sin banderas políticas), donde los hijos no eran alimentados en el rencor, la envidia por el que vive mejor ni acostumbrados a aplaudir la mentira, en el artículo del 19 de diciembre pasado me dirigí a los lectores CON RESPETO.

Nunca dudé que estaba mirando un “show”. Deduzco que debí aceptar aspectos sucios del espectáculo por ser “entretenimiento” con conflictos “simulados” (?). Bueno, así son manejados los títeres y se conforman escuchando dobles discursos.

El hecho de ser un show que ha pretendido (y logrado) atraer la mirada de masas acostumbradas a consumir “pescado podrido”, no justifica la búsqueda de “éxito” maltratando a participantes que recibieron agravios y descalificaciones como personas y como profesionales por la “picardía” y ponzoña de los que manejaron el circo tirando la piedra de modo “inocente” y escondiendo la mano, es decir, metiendo el dedo en llagas vulnerables.

Que todo haya sido hábilmente preparado por los organizadores para “triunfar” y embolsar dinero fácil, no quiere decir que los concursantes estuvieran preparados para tanto conventillo barato. Por supuesto, la búsqueda de rápido “estrellato” hizo que numerosas mediáticas necesitadas de cámaras aceptaran gustosas ser convocadas, sin imaginar -supongo- el derecho de piso que luego tendrían que pagar en público y en posible trastienda (maltrato).

Una vez metidos en el baile, el manejo de los hilos habría llevado a todos a aceptar las sucias reglas del juego y prestarse a estupideces, pero quede claro: NADIE COMPITE PARA SOPORTAR JUZGAMIENTOS INJUSTOS.

Salvo haber mencionado a dos excelentes modelos (Sofía Zámolo y Paula Cháves), dije que al resto los respetaba sin ser santos de mi devoción, por ende, no elogié como personas a las señoras Escudero (no las conozco), sí señalé la innegable destreza de estas bailarinas (una fue ganadora del concurso en el 2009), incluso pregunté si habrían sufrido un “merecido” voto castigo del público por posibles actos soberbios, y parece que alguien se molestó por llamarlas señoras. Pregunto: ¿cómo quieren ciertos opinólogos que llamen a sus hermanas mayores, madres o esposas? Me parece correcto llamarlas señoras, peor es caer en la ridícula adulación de llamar “doctor” y “doctora” a simples abogados. Otra cosa, el inexplicable rencor impuesto hace que duden de la caída y golpe sufrido por la señora Vanina ¡qué triste visión de la realidad!

El resentimiento de muchos los hace delirar. Comparé este circo televisivo al político, y salieron a embarrar la cancha mezclando mi opinión con “prepotencia”, “discriminación”, metieron en el medio incoherencias como la “gorra militar” (?), a la señora Cecilia Pando (que no sigo sus campañas pero seguramente se pone de pie y permanece respetuosamente inmóvil al escuchar el himno nacional y tendría una bandera celeste y blanca en su casa y en el corazón). A colación: en manifestaciones y actos callejeros como el llevado a cabo frente al Congreso de la Nación tres o más semanas atrás por muchos miles de jóvenes y no tanto, en reclamo de algún beneficio y promocionando su línea política (cosa de todos los días), se puso en alto volumen el himno nacional argentino y flameaban banderas que no eran de color celeste, mientras unos caminaban, decenas estaban sentados en dos filas en el cordón de la vereda, conversando de cualquier cosa y tomando vino y cerveza en botellas de vidrio; por otra parte ¿a quienes le dedicaron SIN RESPETO el himno nacional? ¿a funcionarios que trabajarían de espaldas al pueblo, tal vez entretenidos en escuchar música “clásica” en sus despachos o bebiendo whisky importado con sus secretarias (no generalizo) preocupados porque los “fondos reservados” de dinero no cubrirían sus caprichitos y lujos? (He sido periodista parlamentario).

Los días de lluvia vemos en edificios oficiales (especialmente en el Congreso, Tribunales, Plaza de Mayo y Plaza de la República ) a la bandera nacional flamear o arrugarse mojada sin que por las noches alguien las retire, grave ofensa y desprecio hacia ese símbolo de la Patria.

Curioso: si alguien prefiere la convivencia en orden, sin vulneraciones de leyes y normas vigentes y no acepta el doble discurso, desaprobando el descontrol y drogadicción de los jóvenes en las calles y no elige la anarquía, en seguida es catalogado de persona de “derecha” (?). Tal vez el secreto esté en ser un vulgar “cachivache”, dejarse aspecto sucio, salir a escupir policías, pedir enfermizamente castigo para “cucos” inexistentes y aplaudir a peores disfrazados de “hadas” inocentes.

No tengo preferencias políticas, respeto a mis gobernantes y no oculto lo que pienso aunque a veces parezca duro porque quiero un país unido y felíz ¿de qué han servido tantas luchas estériles causantes de divisiones profundas entre hermanos y odios que siguen heredándose? El hombre no debería hacer ningún mal en su paso por la Tierra , sin embargo mata, inicia guerras, daña a su entorno, atenta contra lo puro de la Naturaleza , extingue especies silvestres, maltrata animales, explota a su prójimo, contamina el agua y la atmósfera, destruye bosques y todo lo que no entiende o le parece ajeno.

Precisamente por criarme en un hogar honesto y patricio (envidia de muchos) nunca podría discriminar a un hombre humilde del interior, caso del señor Moli, a pesar de haber sido un confeso golpeador de su mujer y presuntamente alcohólico, pero la condición de “carismático” no es razón para ganar TANTA (?) simpatía en el público (¡QUÉ MAL ESTÁS ARGENTINA!) y consagrarse ganador sobre figuras de baile de máximo nivel y de estilo acrobático impecable.

Cuando joven hice alarde de rebeldía -pero sin salir a matar por la espalda, poner bombas ni hacer secuestros extorsivos-, y pasé a vivir lejos del ala familiar, entonces sufrí frío, hambre y pobreza; caminaba despacio para que no vieran mis dedos gordos salir afuera del zapato (al principio muy ampollados y con feos callos más tarde), tuve que dormir sentado en bancos de plazas y también en automóviles de garajes hasta las 6 de la mañana que me sacaban. Mi madre de sangre siciliana y viuda se había casado nuevamente (con un sindicalista) y decidió ignorarme cansada de mi rebeldía. Mientras mi hermana y primos paseaban en lujosos vehículos, yo adelgazaba por el hambre y siempre con la misma ropa, lavando la vieja y zurcida camisa en algún baño prestado.

En esa época dorada del país no se acostumbraba a pedir dinero en la calle, nadie defecaba en la vía pública ni arruinaba lo ajeno, tampoco se me hubiera ocurrido ir en grupo -como hoy hacen grandes y chicos- a invadir barrios de personas de mejor nivel económico ni me tiraba a dar lástima en la puerta de un hotel “cinco estrellas” (caso de cordones marginales que van a instalarse ilegalmente a sabiendas de la clase política en la Recoleta, Barrio Norte y Belgrano R). Había días que soñaba con tener un pedacito de azúcar o un pan para soportar el ardor de estómago; mucho tiempo más tarde conseguí renunciar a esa vida equivocada y salí adelante con mucho sacrificio porque había tenido buena formación y rectos ejemplos paternos. Trabajé en academias, me inicié en la cría de animales, más tarde empecé con asuntos de campo, estudié, escribí libros, ejercí como periodista, etc.

No puedo discriminar al “provinciano” porque mi abuela era hija de un cacique Diaguita del Norte argentino (sangre de la que estoy orgulloso), y la tradicional y trabajadora familia de mi padre probó que no todos los nobles le robaban tierras al indio (como dicen con ligereza los que nada conocen), hubo hombres ilustres que se casaban con indias aunque fueran pobres y las amaban intensamente. Sin ir más lejos, mi novia es correntina (p r o v i n c i a n a), proveniente de un hogar también patricio (su bisabuela figura en libros de historia) familia que ayudaba a los niños pobres de alrededores porque su abuelo decidió construir una escuelita en sus tierras, convertido en director y su hijo (padre de mi novia) hizo de maestro. Habían estudiado mucho aparte de trabajar la tierra y criar ganado. Al conocerla no sabía de la historia familiar de este ser humano excepcional, de ilimitada generosidad y simpleza, digna exponente del hogar que la educó en un marco de respeto y amor.

Entonces, señores (conste: dije señores) no deberían proyectar sus fracasos y rencores incentivados por mentirosos sin Dios. Si de dolor espiritual se trata, en un rinconcito del alma también lo llevo sin odiar a nadie. Explico: por defender los derechos del prójimo e investigar periodísticamente a policías corruptos (sobornos, amparo y manejo de prostíbulos, etc.) pasé momentos duros; hace mucho tiempo tuve una novia muy dulce y honesta que estudiaba medicina y se pagaba la carrera trabajando como agente de tránsito, fue fusilada al salir de su casa porque “necesitaban” su arma provista para usarla contra el pueblo y nunca se me ocurrió salir a criticar a bandos criminales con garantías de impunidad; hace pocos años la vivienda de mi madre quedó sola unas semanas y fue usurpada por lacras despreciables (calificados de esa forma por su facilidad para delinquir en nombre de la pobreza) y mi hermana no viajó a reclamar nada y tampoco lo hice yo, perdiendo injustamente muchos bienes y recuerdos familiares, es más, una empresa dueña de una cadena de comercios céntricos -año 2004/2006 -que yo asesoraba en prensa y promoción sufrió más de 130 robos a mano armada y tuvo que cerrar locales; con mi novia en los últimos seis años tuvimos más de 25 tentativas de robos violentos -no arrebatos- en la via pública (incluyendo querer llevarse a valioso perro que paseaba y puntazo recibido por defender ante decenas de cobardes testigos a una turista que cuatro sujetos -dos con armas- pateaban en el piso frente a boletería de una línea de subterráneos para robarle una filmadora, teniendo ella un niño de la mano), por supuesto en ningún caso los grupos de malhechores pudieron llevarse un carajo (conste que no uso armas) y no denuncié los hechos porque el Estado permanece sospechosamente ausente frente a la ola de inseguridad. Cabe agregar que a través de décadas he ayudado a centenares de pobres y a muchos animales abandonados.

Quiero a la gente de Córdoba, estuve en dos ocasiones más de un año viviendo en diferentes lugares, publiqué artículos en diarios y trabajé en empresas de mis tías para juntar dinero e investigar extinción de animales en esa provincia. Igual sostengo que el show televisivo no coronó al mejor bailarín, fue algo así como “Bailando por un Engaño”, termómetro de la realidad que vive el país que se empeñan en negar y disfrazar, donde los idóneos y correctos tendrían impedimentos para alcanzar escalones merecidos (salvo raras excepciones).

Disfruten del “aire puro” de las plazas, salgan tranquilos a festejar con la familia porque la seguridad está garantizada y aplaudan cualquier vereda. Lamento el "error" de hablar de honestidad y transparencia en mal momento (palabras ofensivas para las nuevas generaciones?), de manera que cada uno con su verdad, tenemos formaciones diferentes desde la niñez y no vivo con la camiseta cambiada, por ende, choco con los que defienden lo indefensible.

He comentado a título periodístico lo que me pareció opaco del programa televisivo y con respeto hice tres preguntas, recibiendo lluvia de respuestas agresivas a favor de un “entretenimiento” de masas condimentado con mentiras, actos injustos y premios mal repartidos.

Atentamente.

CARLOS ESTRADA

(periodista de inv.)

Buenos Aires, 26 de diciembre de 2010.