Susana Fontana: "El cáncer no me va a ganar"

"El cáncer te cambia la cabeza y sentí mucha vergüenza"

La periodista cuenta sobre su experiencia tras un diagnóstico de cáncer de ovarios y dos operaciones.

Periodista de pura cepa si las hay, de esas que conocen a los artistas hasta la médula, se ha regodeado con buena información en radio y televisión como conductora, productora, publicista, y hasta se atrevió a modelar para una marca de ropa de mujeres maduritas. Esa es “la Fontana”, como la llaman sus colegas, una mujer fuerte, emprendedora, solidaria y con el humor necesario para invertir la paleta de colores que últimamente tiñó su vida de negro azabache desde que le dijeron, a calzón quitado, que padecía cáncer de ovarios. Asoma optimista como quien siente haber vuelto a nacer y agradece a Semanario haber respetado su silencio.

“Siempre fui cuidadosa conmigo, me hacía chequeos periódicos y antes de mi última consulta mi ginecóloga aseguró que mi útero era como el de una de veinte”, comienza a contarnos Susana quien, sin embargo, reconoce que el cuerpo le avisó y ella hizo oídos sordos. “Hacía un año que sentía dolores vaginales, puntadas”, relata melancólica.

Frágil y vulnerable, así estaba en el momento en que el resultado de un estudio de rutina le deparaba una intervención quirúrgica que se hizo el 25 de julio pasado. “El cáncer es un señor vestido de negro que te persigue agazapado para atraparte, a veces podés escapar y otras no”, afirma y se emociona cuando nombra al equipo de médicos bajo el cual, con el Dr. Huerta a la cabeza y recomendado por Lucho Avilés, se sometió a la primera operación. "Lucho me contactó inmediatamente”, dice orgullosa ante la actitud de su casi hermano y colega que, junto con su mujer María del Carmen la acompañó en el dolor. Amigos preocupados y colegas intrigados dejaban mensajitos, sus hijas Laura y Mercedes estuvieron al pie del cañón y “el negro” Tedesco (su marido), quien temió por la vida de la periodista y le juró amor eterno, le confesó que si el de arriba la llamaba en una semana subiría para abrazarla en el cielo. “El Fleni -el sanatorio donde se trató- es el paraíso de los que no tienen respuesta, un grupo humano de otro mundo, ver gente joven con cáncer es muy doloroso”, dice acongojada mientras muestra medallas y estampitas de la Fundadora de los Santos ejercicios, a quien se aferró, la Medalla Milagrosa y San Benito, entre el surtido que lleva a todos lados. “Siempre fui creyente, pero ahora no suelto el rosario. Antes de la segunda operación se abrió la puerta de mi habitación y apareció una monjita chiquitita anticipándome que entraría al quirófano en minutos, que Dios iba a operarme y así sucedió”, cuenta lagrimeando sin ocultar que en esta segunda intervención le sacaron el bazo y parte del intestino delgado, ya comprometidos, pero que a pesar de todo y como dice la canción, dijo: “Resistiré, para seguir viviendo”.

Tocar fondo

“Esta enfermedad te cambia la cabeza, perdés estabilidad, se te duermen los pies y las manos, perdés visión y te sentís muy mal dependiendo de los otros, la cama pasa a ser tu amante”, exclama pausada mientras reconoce que lo único que la superó fue cuando le pusieron la maldita bolsa (ostomía). “Te sentís muy mal, inútil y te da vergüenza que te vean así”. Pero no todas fueron pálidas, porque en la clínica apareció su ángel de la guarda, un enfermero boliviano con quien esta misma entrevista se llenó de anécdotas risueñas. Ante la orden de una enema, Susana intentó resistirse por pudor y él acusó "habérselo visto varias veces", razón por la que entre sondas, sueros y chatas, Susana se dejó dar la enema, nomás. Por momentos, la nota se torna tragicómica y Fontana, quien asegura madrugar, rezar sus oraciones y dedicarse a vivir, recuerda que hace poco, regresando con su familia de la quinta, advirtieron la falta de nafta estando en el medio de la nada. “El Negro” me dijo 'rezá que a vos seguro te escuchan' y buehh, empecé con el Gloria y a pocos kilómetros apareció un surtidor como por arte de magia...”.

El pelo ya crecerá

Con dieciocho kilos menos, coqueta, se acerca a la sala de maquillaje para retocarse mientras muestra las cicatrices de su abdomen y, bien desprejuiciada, pone spray a su peluca cual rubia Mireya, restándole importancia. “Hace cinco meses que me operé y recién ahora se me está cayendo el pelo por la quimioterapia que hago cada veintiún días. Ya crecerá”, dice convincente mientras recuerda que “los que no entendieron mucho fueron mis dos nietos, Ezequiel, de 6 años, y Agustina, de cuatro. No es fácil ver a la abuela en la cama y con turbante”.

Con 73 años bien vividos, Susana ya se reincorporó a “Convicciones” -el clásico programa de espectáculos comandado por Lucho Avilés que se emite por cable en Magazine-, quiere que su experiencia ayude a otros y se ofrece a colaborar con fundaciones, comedores y centros de discapacidad para combatir el cáncer. No se queja: muy por el contrario se despide al grito de “¡Gracias a la vida, que me ha dado tanto!”

Alejandra Canosa Fotos: Juan Ferrari

Hoy la vi en el programa cuando estaba leyendo al aire los ratings y debo reconocer que la vi bastante bien. Más delgada pero con muy buen aspecto, mucho mejor de como se la ve en las fotos. Ojalá que pueda salir adelante...

(¡Gracias Adrianina!)



Fuente: Semanario